“Todos somos iguales” esta es una frase de lo más habitual, pero si en lo más esencial se cumple a rajatabla, arruinando los argumentos de quien defienden diferencias absurdas como la sexo o lo raza, no deja de ser menos cierto que cada ser humano tiene particularidades que le convierten en único. Esto se puede ver de manera meridiana en espacios acotados y reducidos en el que confluyen personas sin filtro previo. Pongamos como ejemplo un autobús en el que la conductora o el conductor debe convivir en un espacio determinado de tiempo con personas cuyo comportamiento, percepción de la realidad y educación suelen abarcar un amplio abanico de actuaciones. No es lo mismo el pasajero de mayor edad que viaja inmerso en sus circunstancias que el joven pendiente del móvil como si fuera la extensión de su mano o el grupo de colegiales que son más alborotadores por regla general. Ahora extrapolad este ejemplo a un espacio en el que, si bien las personas coinciden en edad, siguen manteniendo la independencia de carácter que les hace únicos. Este es el escenario en el que se mueve la labor de las personas que han realizado el Curso de Técnico Superior en Educación Infantil en Madrid, por ejemplo.
Como ya sabéis los que sois asiduos a este blog, en el día a día de estos profesionales está implícito el hecho de hacerse cargo de un grupo más o menos numeroso de personas, de niños, que dan sus primeros pasos formativos. Esto hace que el Técnico Superior en Educación Infantil se encuentre ante individuos que no conocen un entorno de socialización más allá del de su familia y allegados y se enfrentan al reto de aprender en un ambiente que, inicialmente les parece hostil. Esto hace que cada uno se enfrente a la situación de diferentes maneras y a distinto ritmo.
Es por esto qué una de las metodologías más recomendables suele ser aquella que se conoce como el aprendizaje colaborativo. Los profesionales de la educación defienden este método puesto que confronta y equipara los distintos niveles de los alumnos de la clase y de esa situación se fomenta que crezca la colaboración entre los alumnos. Para ponerla en práctica, la persona al mando de la clase separa en grupos más pequeños, se suele aconsejar que sean de entre 3 y 5 miembros, la misma. En la formación de los grupúsculos se suele buscar la convivencia de niños de diferentes características para que, el hecho de avanzar como grupo dependa, en gran medida, de las interrelaciones que surjan en el seno del mismo. De este modo además se puede dotar a los participantes de herramientas cognitivas que le ayuden a sobrellevar de la mejor manera posible situaciones como conflictos que puedan surgir o que le ayuden a defender y respetar diferentes puntos de vista dentro de su contexto vital inmediato. Para que esta metodología tenga los resultados previstos, desde el punto de vista del profesional docente se realiza una supervisión activa, en vez de una intervención directa sobre el comportamiento de sus alumnos.
Conocer y aceptar la individualidad de sus alumnos y saber utilizar los recursos que mejor saquen partido de esta es una tarea del Técnico Superior en Educación Infantil. Pero para que todo se desarrolle con normalidad, este debe tener una formación sólida. En ITEP estamos de acuerdo con esa máxima y por eso dotamos a nuestro alumnado de los mejores recursos disponibles para que alcancen una formación que roce la excelencia. Con un profesorado con experiencia en la disciplina, unos medios didácticos lo más completos posibles y un exigente calendario de visitas, charlas y prácticas que ponen al alumno en contacto directo, desde casi el primer día de su formación, con la profesión que ha escogido para su futuro.